Guía Cristiana a la Donación de Óvulos

Hubo un tiempo en el que las mujeres iban a la Universidad armadas solamente con las advertencias de sus padres sobre mantenerse a salvo, estudiar con ganas y evitar actividades que interfirieran con su educación. Hoy, las jovencitas que van a la universidad necesitan ser advertidas sobre la gente que quiere comprar sus óvulos por precios que van entre los $5.000 y $20.000 dólares.¹ USA Today recientemente reporta que la reciente graduada de post-doctorado Courtney Henderson utilizó los $27.000 dólares que ganó vendiendo sus óvulos para comprarse una casa en el creciente mercado inmobiliario de San Diego.² Este fenómeno reciente de comprar y vender óvulos humanos es profundamente perturbador.

Las parejas infértiles y los individuos pueden desear usar óvulos de donantes debido a problemas con la ovulación de una mujer, o porque sus óvulos no son saludables, o porque ella tiene una condición genética congénita que no le desea transmitir a sus hijos. Una donante de óvulos puede ser buscada de una clínica de fertilidad o por medio de una de las crecientes bases de datos de donantes que van apareciendo cada día en todo el mundo. Una vez que los óvulos han sido cosechados, el esperma del esposo o el esperma de un donante son usados para una fertilización in vitro,³ y así se producen embriones. Esos embriones son entonces transferidos al útero de la mujer.

Además de los riesgos para la salud,⁴ hay varios problemas morales con la donación de óvulos. Primero, la donación de óvulos, al igual que la donación anónima de esperma y los arreglos de sustitución, introducen a una tercera parte en la relación procreadora. Como un regalo de la mano generosa de Dios, esos niños nacerán en el seno de una pareja casada, heterosexual y monógama. La introducción de terceras partes (en forma de óvulos o esperma) corrompe la relación reproductiva entre una mujer y su esposo. Algunos llegan a sugerir que la donación de óvulos o esperma resulta en una especie de adulterio de ribetes bioéticos. Sea o no éste el caso, la introducción de un tercero en la vida procreadora de una pareja está plagada de dificultades.

Además, los niños nacidos de arreglos de terceras partes pueden sufrir confusión emocional y psicológica cuando se enteran de que su herencia genética es compartida solamente con uno de sus padres. Es cierto, los hijos adoptados no comparten la genética de sus padres, pero la adopción es una forma de rescatar a un niño que ya ha nacido, mientras que la donación de óvulos trae intencionalmente al mundo a un niño con genes de un tercero ausente. Y los niños deberían saber quiénes son sus padres biológicos, porque ellos quizá necesiten saber si sus padres biológicos tienen alguna enfermedad genéticamente hereditaria. No sería apropiado ocultarles a ellos esta información.

Finalmente, la donación de óvulos contribuye a una mentalidad eugénica y consumista. Los avisos que piden donantes de óvulos listan características deseables que un donante aceptable debería poseer. Por ejemplo, un anuncio informa sobre las “características desfavorables para donantes de óvulos”: una historia familiar de cáncer de pecho, enfermedad de Parkinson, enfermedad mental, hiperactividad, dislexia, uso o abuso de alcohol y drogas, cáncer de ovarios, cervical o de próstata, mientras que las “características favorables” incluyen: energéticas, jóvenes y saludables con buen peso.⁵ Algunos anuncios también le dan preferencia a las mujeres con altos puntajes de inteligencia, habilidades atléticas, y aptitudes musicales y/o matemáticas. El mensaje es claro, algunos niños son más deseables que otros.

A pesar de que las parejas cristianas obviamente deberían desear hijos y a pesar de que los cristianos deberían sentir compasión por las parejas infértiles, los arreglos reproductivos con terceras partes son, en su mejor expresión, una insensatez. Estos arreglos corrompen la relación carnal entre una pareja casada, confunden la herencia genética de un niño, y contribuyen a la eugenesia consumista que se hace cada día más prevaleciente en nuestra cultura. Cualquiera de estas razones es suficiente para evitar la donación de óvulos. Juntas, representan razones poderosas para renunciar a la donación de óvulos como opción cristiana.

Notas al pie: