¿Pueden los homosexuales cambiar sus caminos?

“Así como la mayoría de los psiquiatras, yo pensaba que el comportamiento homosexual podía ser resistido—pero nadie en realidad podía cambiar su orientación sexual. Ahora creo que esto no es cierto—algunas personas pueden y de hecho sí cambian”,¹ anunció el Dr. Robert Spitzer en mayo del 2001.²

Spitzer, el distinguido profesor de psiquiatría, de la Universidad de Columbia de Nueva York, introducía un nuevo estudio sobre la homosexualidad en la convención anual de la Asociación Psiquiátrica Americana (APA). Para este estudio condujo entrevistas por teléfono sobre una muestra de 200 hombres y mujeres que, como resultado de una terapia reparativa (esencialmente una forma de consejería del comportamiento), habían experimentado un cambio significativo desde una atracción homosexual a una heterosexual, y habían sostenido este cambio durante por lo menos cinco años. Spitzer encontró que el 78% de los hombres y el 95% de las mujeres dijeron que la terapia les había convertido en predominantemente o exclusivamente heterosexuales. Para cuando se dieron estas entrevistas para el estudio, tres cuartos de los hombres y la mitad de las mujeres se habían casado.³

El estudio de Spitzer provocó una tormenta de interés en los medios porque desafiaba lo que se ha convertido en el punto de vista políticamente correcto de que los homosexuales no pueden cambiar su sexualidad y que la terapia reparativa es, en el mejor de los casos, inútil, o simplemente dañina. También atrajo atención particular porque era Spitzer quien había liderado la campaña que resultó en la decisión de la APA en 1973 de quitar a la homosexualidad de su lista de desórdenes psiquiátricos, por lo tanto desanimaba el tratamiento terapéutico de los homosexuales.⁴

A pesar del estudio de Spitzer la APA ha mantenido su postura de que “no hay evidencia publicada que apoye la eficacia de la terapia reparativa como un tratamiento para cambiar la orientación sexual de un individuo”.⁵ Esto es muy desconcertante. El estudio de Spitzer fue, de hecho, sólo el más reciente de un número de estudios publicados, los cuales todos han mostrado que sí es posible que los homosexuales altamente motivados puedan cambiar sus caminos sexuales.

El Dr. Charles Socarides, profesor de Psiquiatría Clínica en la Universidad Albert Einstein de Medicina, ha descrito, por ejemplo, que alrededor del 35% de los homosexuales declarados que él ha tratado pudieron desarrollar un “completo funcionamiento heterosexual”, y menciona una larga lista de psicoanalistas que, enfrentados por ataques de los activistas homosexuales, publicaron los resultados de su trabajo y, todos muestran el éxito de varias terapias.⁶ Varios otros estudios confirman ésta investigación.⁷

Uno de los estudios mejor conocidos fue publicado en 1962, y fue conducido por un equipo dirigido por el psicoterapeuta americano, Dr. Irving Bieber. Este equipo miró observó a 106 hombres homosexuales/ bi-sexuales a lo largo de un periodo de nueve años. Para cuando se publicó un 27% de la muestra eran exclusivamente heterosexuales.⁸ Otro estudio realizado por los terapeutas sexuales americanos William Masters y Virginia Johnson, publicado en 1979, mostró que un grupo de 67 hombres y mujeres a quienes ellos trataron a lo largo de un periodo de cinco años, dos tercios pudieron conseguir un cambio de rumbo duradero de su homosexualidad.⁹

Aunque los números involucrados en estos estudios, comparados con el número total de homosexuales, es reconocidamente menor, indudablemente sí muestran que para algunos homosexuales, por lo menos, el cambio sí es posible. Aquellos involucrados en el proceso terapéutico dicen que no es fácil porque la naturaleza de la homosexualidad es tan compleja, y casi siempre involucra heridas psicológicas que se remontan a la niñez.¹⁰ Pero los cristianos creen que nada es demasiado difícil para Dios y que Jesús puede sanar las más profundas heridas.¹¹

Notas al pie: